
Soltar no es olvidar ni renunciar. Soltar con amor es reconocer que cada persona, experiencia o etapa tuvo un propósito en nuestra vida y que ahora es momento de dejarla ir, con gratitud y sin resentimiento.
A veces nos aferramos a lo que fue, creyendo que mantenerlo cerca nos dará seguridad. Pero la verdadera paz llega cuando entendemos que todo en la vida es un ciclo: hay momentos de recibir y momentos de despedirse. Y en cada despedida hay un regalo, una lección que nos transforma.
Soltar con amor es decir: «Te agradezco por lo que fuiste en mi vida. Me quedo con lo bueno, con lo aprendido, con el crecimiento que esta experiencia me dejó. Y desde ese amor, te dejo ir sin rencor, sin miedo, sin culpa.»
No siempre es fácil. El corazón duda, la mente se aferra, pero cuando aprendemos a soltar desde la gratitud, entendemos que nada realmente se pierde. Lo esencial siempre se queda con nosotros, en la forma de enseñanzas, recuerdos y evolución.
Hoy, suelta con amor. Da gracias por lo vivido. Y sigue adelante con el corazón liviano.